28 may 2021

Puro Cuento 9

Hola amigos y amigas, amantes de las historias. Estamos a pocos días de arrancar con la fiesta de las palabras llamada Puro Cuento.

Pero, ¿qué es el Puro Cuento? Es un encuentro internacional de Narración Oral que se celebra una vez al año en la ciudad de Lima-Perú. Durante ocho años diferentes maestros de la oralidad se han dado cita de forma presencial en esta ciudad. Durante esos años no solo hemos compartido cuentos, también experiencias de vida, miradas, abrazos, alegrías y profesionalismo.

Mi nombre es Yeniffer Díaz y soy profesora de vocación, descubrí la narración oral durante mi etapa de docente de escuela y le estoy completamente agradecida, porque me salvó de abandonar la carrera que tanto amaba. Contar historias me permitió entender la responsabilidad que recaía en mí al utilizar la palabra como escudo y espada, me permitió acercarme a mis estudiantes, entenderlos y respetar sus opiniones, crear lazos. 

Varios años han pasado desde el día que  decidí dedicarle mi vida a la narración de cuentos, sigo creyendo fielmente en los beneficios que ofrece esta increíble herramienta pedagógica en la etapa escolar y en la vida familiar. 

Desde hace más de diez años recorro mi ciudad, mi país, el mundo compartiendo experiencias docentes y cuentos, he recibido grandes alegrías y quiero que más personas descubran las infinitas posibilidades que les puede brindar contar y escuchar cuentos en la vida. Siempre será benéfico pasar un relajante Tiempo de Cuentos

Desde hace nueve años organizo un encuentro internacional de narración oral  en Lima, el año pasado no pudimos realizarlo de forma presencial porque guardábamos la esperanza de que las cosas volvieran a ser como antes, pero no fue así. 

Este año hemos sido beneficiarios de las líneas de apoyo que otorga el Ministerio de Cultura de Perú, esto nos ha permitido seguir celebrando la fiesta de las palabras, ahora de forma virtual. Al principio nos dio mucha tristeza no poder tener a nuestr@s amig@s cuenter@s aquí, pero nos sacudimos las lágrimas y sacamos al frente nuestras sonrisas al entender que gracias a la virtualidad el Puro Cuento puede llegar al mundo entero.

Ahora el equipo ha crecido, además contamos con grandes aliados que nos han permitido presentar talleres, espectáculos de primer nivel, entrevistas y más de forma virtual y con ingreso libre. 

Entérate de todas las actividades que nos trae este Puro Cuento 9 a través de la web: https://yosoypurocuento.com/

Síguenos en el FB y en IG como @yosoypurocuento

Comparte las buenas nuevas, comparte este maravilloso encuentro para que más personas descubran esos beneficios que un día cambiaron mi vida.





14 may 2021

Cómo la sabiduría se espacio por el mundo

¡El Puro Cuento está cerca! 

Por eso el día de hoy queremos compartir esta bella historia de la tradición oral africana.

¡Disfrútalo!


Cómo la sabiduría se esparció por el mundo

Anónimo: África


En Taubilandia vivía en tiempos remotos, remotísimos, un hombre que paoseía toda la sabiduría del mundo. Se llamaba este hombre Padre Ananzi, y la fama de su sabiduría se había extendido por todo el país, hasta los más apartados rincones, y así sucedía que de todos los ámbitos acudían a visitarlo las gentes para pedirle consejo y aprender de él.

Pero he aquí que aquellas gentes se comportaron indebidamente y Ananzi se enfadó con ellos. Entonces pensó en la manera de castigarlos.

Tras largas y profundas meditaciones decidió privarles de la sabiduría, escondiéndola en un lugar tan hondo e insospechado que nadie pudiera encontrarla.

Pero él ya había prodigado sus consejos y ellos contenían parte de la sabiduría que, ante todo, debía recuperar. Y lo consiguió; al menos así lo pensaba nuestro Ananzi.

Ahora debía buscar un lugarcito donde esconder el cacharro de la sabiduría; y, sí, también él sabía un lugar. Y se dispuso a llevar hasta allí su preciado tesoro.

Pero… Padre Ananzi tenía un hijo que tampoco tenía un pelo de tonto; se llamaba Kweku Tsjin. Y cuando éste vio a su padre andar tan misteriosamente y con tanta cautela de un lado a otro con su pote, pensó para sus adentros:

-¡Cosa de gran importancia debe ser ésa!

Y como listo que era, se puso ojo avizor, para vigilar lo que Padre Ananzi se proponía.

Como suponía, lo oyó muy temprano por la mañana, cuando se levantaba. Kweku prestó mucha atención a todo cuanto su padre hacía, sin que éste lo advirtiera. Y cuando poco después Ananzi se alejaba rápida y sigilosamente, saltó de un brinco de la cama y se dispuso a seguir a su padre por donde quiera que éste fuese, con la precaución de que no se diera cuenta de ello.

Kweku vio pronto que Ananzi llevaba una gran jarra, y le aguijoneaba la curiosidad de saber lo que en ella había.

Ananzi atravesó el poblado; era tan de mañana que todo el mundo dormía aún; luego se internó profundamente en el bosque.

Cuando llegó a un macizo de palmeras altas como el cielo, buscó la más esbelta de todas y empezó a trepar con la jarra o pote de la sabiduría pendiendo de un cordel que llevaba atado por la parte delantera del cuello.

Indudablemente, quería esconder el Jarro de la Sabiduría en lo más alto de la copa del árbol, donde seguramente ningún mortal había de acudir a buscarlo… Pero era difícil y pesada la ascensión; con todo, seguía trepando y mirando hacia abajo. No obstante la altura, no se asustó, sino que seguía sube que te sube.

El jarro que contenía toda la sabiduría del mundo oscilaba de un lado a otro, ya a derecha ya a izquierda, igual que un péndulo, y otras veces entre su pecho y el tronco del árbol. ¡La subida era ardua, pero Ananzi era muy tozudo! No cesó de trepar hasta que Kweku Tsjin, que desde su puesto de observatorio se moría de curiosidad, ya no lo podía distinguir.

-Padre -le gritó- ¿por qué no llevas colgado de la espalda ese jarro preciado? ¡Tal como te lo propones, la ascensión a la más alta copa te será empresa difícil y arriesgada!

Apenas había oído Ananzi estas palabras, se inclinó para mirar a la tierra que tenía a sus pies.

-Escucha -gritó a todo pulmón- yo creía haber metido toda la sabiduría del mundo en este jarro, y ahora descubro, de repente, que mi propio hijo me da lección de sabiduría. Yo no me había percatado de la mejor manera de subir este jarro sin incidente y con relativa comodidad hasta la copa de este árbol. Pero mi hijito ha sabido lo bastante para decírmelo.

Su decepción era tan grande que, con todas sus fuerzas, tiró el Jarro de la Sabiduría todo lo lejos que pudo. El jarro chocó contra una piedra y se rompió en mil pedazos.

Y como es de suponer, toda la sabiduría del mundo que allí dentro estaba encerrada se derramó, esparciéndose por todos los ámbitos de la tierra.

FIN